La llegada del verano, para muchos, significa disfrutar de los beneficios de la jornada intensiva en verano. Esta práctica supone muchas ventajas tanto para el empresario como para el empleado. Desde el punto de vista de la empresa, la compresión de la jornada en verano se ha convertido en una opción atractiva y efectiva para adaptarse a las necesidades cambiantes de los empleados y mantener un rendimiento alto de los empleados.

En este artículo desarrollaremos cómo se regula la jornada intensiva y qué ventajas puede tener para tu empresa adoptar ese horario en verano.

¿Cómo se regula la jornada intensiva?

El artículo 34 del Estatuto de los Trabajadores aborda la regulación de la jornada laboral, pero no hace referencia específica a la reducción de jornada en verano. Por lo tanto, este término no está contemplado en la ley de forma literal.

La regulación de la jornada intensiva en verano queda en manos de los convenios colectivos. Estos especifican cuántos meses dura y sus particularidades. La duración de esta modalidad varía en cada caso: algunos convenios establecen que abarca del 1 de junio al 30 de septiembre, otros del 15 de junio al 15 de septiembre y otros se limitan a los meses de julio y agosto.

En situaciones donde no exista convenio colectivo que lo regule, o si el convenio no aborda esta cuestión, será decisión voluntaria de cada organización implementar o no la jornada reducida durante los meses de verano. Tampoco deberás preocuparte por las horas trabajadas de menos mientras el cómputo anual se ajuste a lo establecido legalmente.

Ventajas de la jornada intensiva en verano

Muchas empresas apuestan ahora por la concentración del periodo laboral de sus trabajadores en verano. Y no es para menos. Estas son algunas de las ventajas que tiene la reducción de la jornada laboral en verano para las empresas.

Ahorro en costes

La implementación de la jornada intensiva en verano puede generar un ahorro significativo en costes para las empresas. Se reducen los gastos en iluminación o aire acondicionado, entre otros, al concentrar las horas de trabajo en un periodo más reducido. Al disminuir el tiempo de trabajo se pueden optimizar los recursos y el uso de equipos. Esto significa una reducción de costes operativos y una mayor eficiencia.

Menor absentismo laboral

La jornada intensiva en verano tiene un impacto positivo en la reducción del absentismo laboral. Los empleados disfrutan de mayor satisfacción y bienestar al contar con más tiempo libre, mostrándose más motivados y comprometidos en el trabajo. Ello conlleva una disminución de las ausencias no justificadas y una mayor asistencia al lugar de trabajo.

Mayor retención de talento

La jornada intensiva en verano se convierte en un atractivo para retener al talento en la empresa. Ofrecer horarios más flexibles y adaptados a las necesidades de los empleados marca la diferencia en un mercado laboral cada vez más competitivo. Los trabajadores valoran la posibilidad de disfrutar del verano con más tiempo y ello puede influir en su decisión de permanecer en la empresa a largo plazo.

Mayor productividad

La jornada intensiva en verano favorece el aumento de la productividad en las empresas. Tener un horario más concentrado y adaptado a las condiciones estacionales hace que los empleados sean más eficientes y se focalicen mejor en sus tareas. La sensación de tener un tiempo limitado para completar el mismo trabajo impulsa la concentración y la dedicación, traduciéndose así en una mayor cantidad y calidad de trabajo realizado en menos tiempo.

Si tienes dudas sobre cómo gestionar la aplicación de la jornada intensiva o sobre cómo puede sentarle a tu empresa, contáctanos. En Gema Parreño Asesores te guiaremos en el proceso y te ayudaremos en tus problemas. ¡Llámanos!